Posdata #7 - Malena en Dosis extra shot
[Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia] Historia 7, semana 7/52.
Madrid, Dosis extra shot
12 de febrero 2025
Historia 7, semana 7/52
Hola!
Te escribo desde una mesita en Dosis. Qué tal va tu día?
Miércoles a las tres de la tarde en el segundo local de Dosis1, el primer cafecito de especialidad que me cautivó cuando conocí Madrid.
Su nuevo local es mucho más amplio, más luminoso, más compartido. Somos varios los visitantes esta tarde, casi todos con nuestras computadoras, cuadernos, apuntes, libros, herramientas.
Una de las baristas es argentina y encantadora.
De Dosis además del café, lo que más me gusta es su vajilla. Tanto que cuando me anoté en el taller de cerámica lo primero que hice fue una taza inspirada en la suya, la misma que tienen en su segundo local. Y siendo sincera, el resultado final fue muy parecido, mucho más de lo que me imaginaba, sólo tuve que elegir otro color para no sentir que era plagio, pero ahí sigue, mi taza inspirada en Dosis en mi casa de Mar del Plata.
Malena vino a trabajar con su computadora, auriculares y botella de agua de 1 litro. Este año se propuso tomar más agua. También empezó a entrenar y a dejar el celular fuera de la habitación una hora antes de dormir. Tiene una larga lista de metas este año, sobre todo volver a ella. Reconquistar eso que supo ser algún día o descubrir una versión mejorada que todavía es desconocida.
Aún se encuentra en proceso de recuperar su mente, su paz, su lugar seguro. Más que recuperar, se corrige y dice "construir". Fueron años de terapia, de visitas a psiquiatras y psicólogos de a montones, de sentir que ella era el problema y que nunca iba a encontrar la cura, que su mente no era su enemiga sino que directamente tenía la misión de destruirla, de no sentirse comprendida, ni integrada, ni nada. Fueron incontables consultas, recetas, medicamentos, búsquedas, interconsultas, opiniones, dudas, charlas, noches enteras de pensar por que a mi.
Ponerle nombre a eso que la habitaba y la hacia sentir tan distinta fue el primer paso, esa primera bandera blanca que llegó para dejar de luchar, rendirse y comenzar a hacer las pases con ella misma. Por eso, desde entonces, Malena tiene dos fechas al año para celebrar: su cumpleaños por el día que nació y su otro cumpleaños, por ese día que le entregaron su diagnostico y pudo empezar a convivir con él, a dejar de negarlo, de no comprenderlo, de cambiarle de nombre. Ahora tenía nombre y apellido. Era ella y ese diagnostico, y un camino por delante lleno de copilotos confiables, señales que sirven de guía, luces que colaboran en los momentos más oscuros y un mapa a mano para recurrir cada vez que sea necesario.
Es mitad de semana y mitad de tarde. Malena trabaja en su computadora y no despega los ojos de la pantalla más que para tomar de a sorbitos el batido de chocolate y proteína que es su favorito de los últimos meses. Teletrabajar le encanta. Hoy es en Dosis, ayer fue en El Retiro, mañana en el living del departamento en el que vive con su familia. Para alguien tan metódica, ordenada y organizada como ella esta modalidad es la gloria.
Luce un conjunto deportivo color negro con una campera blanca por encima que nunca se quitó. Zapatillas blancas con detalles en rosa, un bolso negro y un par de lentes que reposan sobre la mesa compartida en la que se sentó. De acá al gimnasio sin escalas. Le encanta ir en horarios donde el gimnasio está vacío, ese es su paraíso diario. Entrena 45 minutos, con su playlist sonando fuerte en los auriculares, siempre sola. Ese es su método.
Ella lo sabe, pero presiento que no dimensiona completamente el orgullo de su familia, de la mirada de su hermana menor, de la alegría de sus amigas de toda la vida por su valentía, por su recuperación, por sus ganas. A veces no es necesario gritar, ni saltar, ni ser la persona más extrovertida del mundo para simplemente tener ganas de una vida mejor. Ella no era ninguna de esas personas, pero si de ganas se trataba, como dicen acá: "joder, si que las tenía" las ganas de vivir bien, tranquila, feliz.
Ganas de recuperarse a ella misma, a lo que fue, a su parte más real y genuina que presentía, en algún lado seguía existiendo.
Lo estaba logrando.
Que digo? Ya lo había logrado.
Había logrado entender, aceptar, internalizar y realmente vivir la idea de que no es la llegada, sino el camino. Ella estaba en camino, en el suyo propio, siendo ella misma y empezando, incluso, a disfrutar. Eso ya era la meta, el premio, el cielo completo.
Nos terminamos el último sorbo a la par, como si hubiese estado guionado e intercambiamos sonrisas de mitad de semana.
Es hora de irme.
Cierro la computadora, guardo mis cosas, respiro hondo y atravieso la puerta.
Gracias por haber recibido esta entrega,
nos leemos!
Jo.
Pd: hasta la próxima semana con un café y una nueva historia | 7/52.
Dosis extra shot: Calle Santa Engracia 12, Madrid.